Un viaje con sabor a Mediterráneo: TaPalma 2025 a través de los sentidos
- Ángel Galeote

- hace 5 horas
- 3 Min. de lectura
Todo comenzó con una mañana cualquiera en Madrid.
Café en mano, ella hojeaba el periódico digital Madrid Actual, mientras los primeros rayos del sol se colaban entre las persianas del pequeño apartamento.

De pronto, una noticia captó su atención: “TaPalma 2025 celebra su 20º aniversario: la ruta de tapas por excelencia de Palma de Mallorca.”
—Mira esto —dijo entusiasmada—. Este año lo organizan con un recorrido nuevo, y hay un impresionante Hotel, Hotel SantosS. Nixe Palace y forma parte de la ruta!
Él levantó la vista, sonrió y respondió sin pensarlo demasiado:
—¿Y si lo vivimos en primera persona?
En cuestión de horas, ya tenían sus billetes reservados con Air Europa y una habitación con vistas al mar en el Hotel SantosS. Nixe Palace, ese icono palmesano que parece abrazar el Mediterráneo.

La promesa de un fin de semana diferente, entre sabores, historia y mar, era demasiado tentadora para dejarla pasar.

El viaje transcurrió con la emoción de quien sabe que le aguarda algo especial.

Ella repasaba en su tablet la lista de restaurantes y tapas participantes:
Nombres conocidos, jóvenes promesas de la cocina local, creaciones que mezclaban tradición y vanguardia.
Entre risas y comentarios, la imaginación ya los transportaba a las calles de Palma, con el aroma a pan recién hecho y productos frescos guiándolos de un local a otro.

Al aterrizar en Mallorca, el aire era más cálido de lo esperado.
La puntualidad del avión y el trato nos hicieron sentir como si fuéramos la pareja del año que llegaba a Mallorca y hasta nos dio tiempo a curiosear por las tiendas.


El verano se resistía a marcharse, regalando esa luz dorada que solo el Mediterráneo sabe ofrecer.
Llegar a Mallorca en noviembre fue una sorpresa luminosa. Viajábamos con la idea de disfrutar una jornada gastronómica, pero antes de sentarnos a la mesa la isla ya nos estaba enamorando.
Nada más aterrizar, un sol suave y una temperatura casi primaveral nos envolvieron mientras conducíamos hacia el hotel, entre palmeras y ese inconfundible aroma a mar.

Entonces, de repente, apareció La Seu. La Catedral de Palma se alzaba ante nosotros majestuosa, brillante, como una anfitriona silenciosa que nos daba la bienvenida con toda su grandeza. Me quedé sin palabras; su presencia imponía y a la vez reconfortaba, como si la isla nos hubiera preparado ese momento solo para nosotros.
Con mi pareja a mi lado, bajo ese sol inesperado, supe que nuestro viaje acababa de volverse especial. Mallorca nos había recibido con belleza pura, de la que deja absorto y encantado. Esperando ilusionados la mesa reservada que tanto esperábamos.

Al llegar a la zona de Marivent, donde se alza el Hotel Nixe Palace, la escena parecía sacada de un cuento: el mar extendiéndose tras el imponente hotel, el murmullo de las olas, y la elegancia discreta de un hotel que respiraba historia y hospitalidad.


Con un abrigo ligero y el alma abierta, cruzamos las puertas del hotel, sintiendo que formábamos parte de una historia que acababa de comenzar.....

Al entrar en el hotel sentí que la recepción parecía sacada de una película. Los techos curvados, las columnas elegantes y el brillo suave del mármol nos envolvían como si cruzáramos el umbral a otro mundo.

Todo tenía un aire cinematográfico: la iluminación perfecta, los arreglos florales que daban vida al espacio y ese silencio agradable que invita a bajar el ritmo y respirar hondo.

Mientras preparaban nuestra habitación, nos invitaron a dejar las maletas y simplemente dejarnos llevar.

Aceptamos una copa de cava que llegó burbujeante, fresca, como un pequeño ritual de bienvenida.

Desde el ventanal, las vistas se extendían tranquilas, y el ambiente del lobby hacía que todo pareciera más lento, más amable.

Nos acompañaron hasta una mesa preparada especialmente para nosotros, donde comenzaba nuestra primera parada de la Ruta TaPalma en el Nixe Palace.

Allí, rodeados de mar, sol y vistas panorámicas, nos dispusimos a probar las tapas creadas para la ocasión.

Era como si el hotel nos abrazara con hospitalidad y sabor, y en ese instante entendí que Mallorca no solo se visita: se saborea desde el primer momento.
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